
Mis manos se entibiaban al acercarme a la estufa, que siempre me gustò mantener al máximo, aunque hay días en que no es necesario, porque el sol (del día) calienta el ambiente. Estuve recorriendo mi casa e impeccionando que la llave de gas estén abiertas y la perilla marque el máximo, no quiero sentir frió a la noche, tampoco cuando me despierte y me encuentre con mi nuevo día
Al día siguiente, espero la llegada de mi pasado. Por supuesto que preparè una torta marmolada para complacerla y sentirme bien de haberla invitado con una creación culinaria propia.
Ella, la niña, siempre juega en su entrada de la casa, porque de pequeña yo vivía en una calle cortada, donde los autos estaban estacionados y el riesgo era otro, solamente había que evitar que la pelota no se cayera dentro de la casa de una señora que vivía sola con su perro de color negro, aunque ella objetaba diciéndole azabache. ¿Quièn es esta nena de la que hablo? , yo soy esa niña, pero ella no se intriga de saber quien soy yo. Cuando digo que siempre juega es porque la casa de esa señora pasado unos 43 años, comenzó a pertenecerme a mì, ya que desde muy chica me inquietaba su patio delantero, grande, atractivo por las cantidad de flores en macetas. Me intrigaba saber si la cantidad de pelotas multicolores que a mì se me perdían dentro de ella, las mantenía guardadas o si, simplente las regalaba o pinchaba para hacerlas desaparecer, porque era cuestión de minutos en que caìan y perderlas, olvidarlas como si fuese un patio embrujado que se llevaba mi diversión.
Luego de volver del pueblo de Krabi en Tailandia, que tuve que ir por trabajo para realizar una edición de turismo, recorrí ese espectacular lugar donde me encontré con una cultura bellísima y mi plan al regresar a mi Argentina, era ir en busca de un sitio estable donde vivir, ya que mantuve muchos años viajando por diferentes provincias y defendiéndome en la vida con mi trabajo y llenándome el alma de la encantadora y diferente naturaleza que me rodeaba. El recuerdo me llevòi a la casa de hoy en día, el pasado me arrastró consigo, no solo vi mi barrio y olí los aromas de tilo de mi antigua cuadra, también me reencontré con mi carita de nena, con mi cuerpito chiquito y con mi sonrisa ingenua. (Me observaba por la ventana), deseaba entregarle todas las pelotas de colores que contenía esta casa, las de ella de ahora y las mías de antes. Pero còmo explicarle con tan corta edad, que las arrugas de mi cara son de sonreír y que ella va a tenerlas, què decirle cuando me pregunte dònde tengo a Lucia, su muñeca preferida, no soy quien o mejor dicho quien soy yo ahora, no tiene derecho a su futuro, para apagar ilusiones de nena y despertarles inquietudes de grande. Ella sueña con un mundo maravilloso, yo aùn recuerdo ese sueño, no entiende de crueldad humana, yo ya la tuve que pasar, no sabe de mentiras, yo ya las tuve que soportar .Sus padres, mis queridos viejos repartidos por el mundo, ella aun cree en la eternidad de su amor, en la fortaleza del sentimiento y que nada ni nadie las alejarìa de ellos.Sus convicciones eran divertirse haciendo casas para sus muñecas con sàbanas, principalmente para mi bebota Lucia. Se entretenía haciendo experimentos y cocinando tortas, sobre todo( la nombrada) la marmolada, su único pensamiento cuando se levantaba era ir al colegio que tenia a cuatro cuadras, que hoy en día se ah convertido en un complejo de edificios, para intercambiar figuritas brillantes y las de felpa, que eran y siguen siendo mis preferidas. No tuve coraje para presentarme como tal, pero sì de invitarla a tomar un tè. Necesitaba verme de chica, necesitaba contagiarme de inocencia, escucharme cantar esas canciones de Maria Elena Walsh que se me grababan tan fácilmente gracias a que mi mamà me regalò el cassete. Quería abrazarme y quererme màs. Tuve en mis brazos a lo que fui, quise prometerle sueños cumplidos, darle de esas fuerzas descomunales, como las que yo necesitè, quería aclararle pensamientos cundo estuve confundida. Me tentaba mostrarle soluciones para que no tuviera que buscar, quise decirle todo pasa y también todo queda.
Pero preferí solamente abrazarla y aconsejarle que la perrilla de la estufa, no era recomendable tenerla tan alta, ya que sus medias preferidas de rayas de colores cuando las apoyara se le quemarìan. Ella va a saber entenderme cuando se lo aconseje mientras disfruto de mi vejez ,queriéndome cada día más.
Mile.
¡Qué linda foto!
ResponderEliminar