martes, 24 de julio de 2012

Tres miradas de un echo...

Gato Alguien me dejo este regalo para perjudicarme, sus alas de tonos amarillos aleteaban invitándome a un banquete .Mi boca salivaba un sabor único y mi olfato agudo se alineaba en una misma dirección, la presa seductora se encontraba servida a una altura próxima a mis avariciosas garras que la capturaran ahogándole el canto y transformando su melodía en un llanto de suplicia. Me concentre de calcular tácticas, estrategias y retiradas eventuales en una fracción de segundos. Todos mis desplazamientos eran los distinguidos y venerables merecedoras del premio mayor. Mientras que mi injusto amo debería cambiar el concepto de gato hambriento y dormilón. Era mi única oportunidad de transformarme en un felino guerrero, demostrar mi instinto innato y mi resistencia indomesticable que me convertiría en el ejemplar héroe de la casa. Además si me corresponde ser gato no estoy tan equivocado en pensar que cuando no puedas hacer lo que se debe, haz lo que puedas hacer… Amo Por momentos siento la necesidad de aferrarlo al cuello, de provocarle cada una de mis amarguras o exigirle que con la misma ligereza que me sitúo en un espectáculo de exasperación me quite la extraña sensación que me endurece el estomago. ¡Es increíble! Años echados en el sillón como un ataúd de plomo, ubicando su enorme trasero y su abdomen abultado de pelos negros demandando alimento con maullidos perturbables y con su lengua extensa y estimulada lustrándose el brillo de su cabellera suave y sedosa. La dedicación que le brinde para que su alimento y refugio nunca le faltase, los padecimientos para obtener como resultado un vuelo consumado, una injustita declarada y una mirada perdida como sino supiera de que le hablo, mas bien aprecio una lengua ágil que baila sobre su enorme cuerpo quitándose los rastros del asesinato . Familia del pajarito Huimos demasiado rápido y se nos olvido un detalle, el vuelo de nuestro pequeño era menos ligero Quedo aislado de nuestras alas protectoras de pájaros adultos y el ave de rapiña nos perseguía acosándonos con sus acrobacias en el cielo. Nuestro chiquillo torpe no se deslizo con la misma rapidez y fue quedándose cada vez más lejos, asustado descendió del cielo hacia uno de los techos de tejas rojas, se ubico en uno de los rincones, lo que pudimos observar con nuestros ojos entrenados a la distancia desde un refugio provisorio. Fue la ultima figura que recuerdo de el, una postura de miedo y un desconsuelo de soledad. La bestia terrestre y montuosa no solo le quito su vida sino que también el honor de morir en el mismo espacio que vivió. El cielo se lamenta de no verlo morir, llueve, llora. Mile.

1 comentario:

  1. La relatividad de la existencia en una circunstancia bien pequeña.

    Pero, la pregunta es, ¿hay que tomar una esquina o podemos seguir vivenciando todas al tiempo mismo?

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