jueves, 5 de agosto de 2010


Cerró la puerta de entrada con dos vueltas de llave. La cerró y la volvió a abrir, salió y miró a su derecha e izquierda, todo estaba tranquilo y oscuro como de costumbre. Volvió a cerrar la puerta y le volvió a echar llave, también cerró la ventana de su costado, para que no entrara el frió…
De camino al fondo apagó el televisor, y la luz del living, también la ventana del comedor cerro. Acomodó en su lugar la silla que había dejado corrida de lugar y llevó los vasos vacíos que estaban en la escalera del living a la cocina, donde apagó la luz y se cercioró de que la canilla no goteara. Se llegó así hasta la biblioteca bajó sigilosamente el volumen de la computadora y depositó dos libros en sus respectivos estantes, a la vez que tomó otro para sí (Edgar Allan Poe). Cuando salía de allí se volvió y apagó del todo la computadora (era mejor así, sin ruidos). Pasó por fin por el lavadero y cerró los ventanales y puso llave y candado ala puerta del fondo, vio que el perro y los cuatro gatos dormían en sus “cuchas” (por la ventana). Volvió sobre sus pasos, recorrió el comedor y llegó al baño, se cepilló los dientes y el cabello, se lavó la cara, se puso crema, pasó por el inodoro, tiró la cadena, esperó un minuto mirando que no quedara perdiendo, apagó la luz y salió de allí. Entró en él cuarto y suspiró… acomodo su cama, observo sus zapatillas, se las quito…Se puso una especie de pijama…. Se acostó, se acomodo la almohada, empezó a tomar calor entre los acolchados y comenzó a soñar con él, balbuceo su nombre, despertó y lo encontró a su lado, estaba tan dormida que olvido el detalle de la noche anterior, asegurarse un placer deliciosos de suspiros prolongados, caricias interminables y mimos de verdadero amor.


Mile.

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